Un nuevo estudio realizado por científicos neozelandeses determinó que los bebés nacidos por fecundación In Vitro (FIV) son un poco más altos que los que se conciben naturalmente.

Los niños concebidos a partir de embriones frescos – no congelados – son una media de 2, 6 centímetros más altos al cumplir seis años, a diferencia de los nacidos naturalmente, tal como se ha determinado en el Instituto Liggins de la Universidad de Auckland.

El fenómeno es aún más marcado en niñas que en los varones. Al parecer, estos bebés tienen un perfil hormonal diferente al resto, debido a las hormonas administradas a las madres en el tratamiento, o bien por el medio de cultivo donde se los mantiene unas 26 horas antes de la implantación.

Otra teoría apunta a que los médicos escogen los embriones más grandes en el proceso, para mejorar las chances de éxito del proceso.