Cuando el reloj biológico se pone en marcha, sólo hay algo que consigue pararlo: un hijo. Pero el deseo no siempre es suficiente. Existen numerosas causas tanto fisiológicas como externas que pueden dificultar o imposibilitar el embarazo. Afortunadamente, la reproducción asistida ha avanzado muchísimo y ahora contamos con tratamientos de infertilidad que se adaptan a casi todas las situaciones. Para conocerlos mejor, hemos hablado con Laura Mifsud, bióloga de Fivia, Centros de Reproducción, en Torrent.

Hay mujeres que se quedan en estado enseguida y otras a las que les cuesta más. ¿Cuándo recomendáis buscar ayuda profesional?

Prácticamente el 90% de las parejas que, durante un año, mantienen relaciones sin protección y con cierta regularidad se quedan. Un vez pasado ese año, podemos empezar a plantearnos si puede haber algo. Lo normal es acudir primero al ginecólogo. Una vez quedan limitadas sus técnicas, las parejas ya deciden si venir o no a un centro especializado como el nuestro.

¿Cuál es el primer paso una vez en vuestro centro?

Primero les hacemos una serie de pruebas: marcadores serológicos, ver el nivel hormonal,... Pruebas básicas que nos dan información de cómo están ambos miembros de la pareja.

"En Fivia acogemos todos los casos,
mujeres solteras y parejas
homosexuales inclusive"

Normalmente, ¿dónde suele estar el problema?

Se calcula que en alrededor del 40% de los casos es él quién tiene algún problema. Ellas también están en torno al 40% y después hay sobre un 20% de lo que llamamos factor mixto; los dos están un poco afectados. También puede ocurrir que los ambos estén, aparentemente, dentro de los parámetros normales, pero no lleguen a conseguir el embarazo. Es lo que se conoce como "esterilidad de origen desconocido".

¿Cuándo empieza el tratamiento?

Una vez recopilados todos los datos, el equipo decide cuál es la técnica más adecuada. Si en principio todo está bien, se intenta con la inseminación, que es el proceso más sencillo. Tres días después del inicio de la regla, empezamos a pinchar una medicación para estimular el ovario de forma controlada. Cuando conseguimos entre uno y tres folículos (que es lo que contiene el ovocito dentro del ovario) ponemos la última medicación, preparamos el semen y lo ponemos en el útero.

El semen es de la pareja o de un donante, ¿no?

Sí, claro. Tenemos casos de mujeres que no tienen ningún problema pero que no tienen pareja y también parejas homosexuales. Tipos de parejas hay muchos y en Fivia los acogemos todos.

¿Y si las inseminaciones no funcionan o las pruebas revelan algún problema?

Entonces se plantea un paso más, que es la fecundación in vitro (FIV). Existen dos tipos: la convencional y la ICSI.

¿En qué consiste la FIV convencional?

La primera parte es igual que la inseminación, pero una vez estimulado el ovario y conseguida la ovulación, en lugar de inseminar pasamos a quirófano para sacar los ovocitos. Preparamos el semen, quitamos todo lo que no sirve, hacemos una gota y dejamos el ovocito. Una vez fecundan, vamos siguiendo el proceso. Vemos que el embrión se divide, que evolutivamente va bien y luego se trasfiere a través de una cánula.  Llegados a ese punto, sólo queda esperar.

¿La espera da sus frutos?

Nos movemos alrededor del 40% de posibilidades de embarazo. Yo siempre digo lo mismo a mis pacientes: una vez hemos llegado hasta ahí y hemos superado todos los pasos, tiramos una moneda al aire y puede caer para un lado o para el otro. Un negativo también es un fracaso para nosotros.  Por eso ponemos mucha atención en hacer todo de la mejor manera posible. Seguimos unas normas muy estrictas. Todo es muy meticuloso.

Ya conocemos la FIV convencional, ¿qué la diferencia de la ICSI?

En la ICSI cogemos el espermatozoide y lo introducimos directamente dentro del ovocito.

¿La Seguridad Social cubre este tipo de tratamientos?

Cubre parte de ellos, aunque con algunos límites. Además, las listas de espera son muy largas.

"Hay quien piensa que con el primer tratamiento
es imposible quedarse. Y, muchas veces ocurre,
pero por ansiedad y estrés"

Precisamente esperar es lo que no querrán los futuros papás...

Ellos quieren quedarse cuanto antes. Muchas veces vienen con mucha ansiedad y, en esto, lo peor es la ansiedad y el estrés. Mucha gente piensa que con el primer tratamiento es prácticamente imposible quedarse. En cambio, las probabilidades son las mismas, pero todas esas ansias y expectativas provocan que muchas veces el primer ciclo sea menos efectivo. Mira hasta qué punto este nerviosismo es un problema, que muchas pacientes al tener el primer hijo se relajan tanto que después se quedan sin necesidad de ningún tratamiento.

Además del nerviosismo o la ansiedad, ¿existen otras causas externas que dificulten el embarazo?

Tanto la obesidad como la delgadez extrema son negativas, el tabaco también afecta, las drogas y los anabolizantes afectan muchísimo sobre todo a ellos... Y, luego, está la edad. Biológicamente, la edad ideal para quedarse embarazada son los 18. Pero es contradictorio. Hoy en día y tal como avanza la sociedad, nadie quiere quedarse embarazada a esa edad ya que damos prioridad a otras cosas. Hay mujeres de 40 años que están estupendas y sanísimas, pero el ovario no tiene nada que ver. Va aparte, tiene su ritmo y eso es algo que no podemos alterar.