Un efecto secundario indeseable es el embarazo múltiple, por que se producen más embriones, pero sí hay una manera de regularlo.”


Esmeralda y Marlon (nombre ficticios) son una pareja de origen chalateco que contrajeron matrimonio hace 10 años con el deseo de formar una linda familia. Pero concebir era imposible pues a Esmeralda la endometriosis le frenaba su fertilidad.


Sin quedarse de brazos cruzados y con la esperanza de cumplir su mayor deseo, ser madre, se sometió por casi siete años en tratamiento para estimular sus ovarios.


“Yo deseaba ser mamá, me paraba enfrente del espejo y me veía los pechos y decía: Dios mío, quiero que estos pechos amamanten, dame la oportunidad de ser madre. Me ponía hasta cosas en el estómago. ¿Cómo me vería si estuviera embarazada? Considero que me vería bonita, me contestaba solita.” Eran sus constantes súplicas.


Hasta que el año pasado, milagrosamente conoció al ginecólogo infertólogo Sigfredo López Bernal, quien le recomendó se practicara la inseminación artificial, uno de los métodos de reproducción asistida en el cual el hombre deposita el espermatozoide de manera no natural en el óvulo, el útero, o en las trompas de falopio. Pero nada de embarazo. Después de tres intentos fallidos se dieron por vencidos.


El problema, dice el doctor López Bernal, de Clínica de Fertilidad Repromedic, estaba en sus trompas de falopio. Entonces le propuso algo más efectivo: la fertilización in vitro. Una novedosa técnica de fecundación que se realiza en países desarrollados desde 1978. En El Salvador inició 10 años más tarde, pero es hasta un par de años que se están viendo casos exitosos como este, gracias a la implementación de nuevas tecnologías que contados centros especializados en fertilización ya pusieron en marcha.


Este especialista le explicó a la pareja que la FIV consiste en unir óvulos y espermatozoides en un medio de cultivo para que fecunden, cuando de forma natural no pueden hacerlo por presentarse alguna disfunción en el hombre o en la mujer. Es decir, luego de que ocurre el proceso de fertilización, el embrión resultante es transferido al útero materno donde se implantará luego.


Afortunadamente era paciente que clasificaba porque existen casos en los que se puede someter a este tratamiento y en los que no. Por ejemplo, según le explicó el especialista, aplica si la mujer tienen problemas en la trompa de falopio que está obstruida o disfuncional (su caso particular), cuando los niveles de espermatozoides no alcancen el mínimo adecuado, o sea menor de cinco millones por cm³ o cuando tiene problemas de movilidad de este. También cuando la mujer tiene endometriosis moderada a severa, y que la mujer sea mayor de 38 años, justo el caso de Esmeralda.


Ahora bien, de $400 que costaba aproximadamente la inseminación, esta técnica costaría 10 veces más. La pregunta era ¿lo pueden costear? Pues el deseo de ser madre y el de su pareja prevaleció. Y gracias a un préstamo personal pudieron dar inicio al proceso.


A groso modo, según explica López y otro especialista consultado con el tema, el doctor José Roberto Bonilla, director científico del más reciente Centro de Fertilización In Vitro, llamado Bonifer, que fue abierto hace unas semanas, ese primer paso consiste en la estimulación del ovario con medicamentos especializados. (El infográfico muestra brevemente el proceso).


Lo más crucial llegó a las 12 semanas. Pese a que el índice de éxito de la fertilización in vitro, para López, es de 25% a 28%, es decir, se embarazará uno de cada cuatro casos (porque depende de varios factores como edad de la paciente, calidad ovocitaria y embrionaria, calidad espermática), al lapso de dos semanas que acudió con su esposo a realizarse la prueba de embarazo la noticia más grande de su vida fue leer la palabra ¡Positivo! “Fue una escena tan maravillosa, lloré dándole gracias a Dios.” Ahora amamanta al mayor tesoro de su vida. Su bebita de cuatro meses a la que bien podría llevar el nombre de Milagro, y a su segundo hijo que sería gemelo cuida de ellos desde el cielo alegre de que su madre recibió el don de ser madre. Ella califica la técnica FIV como una “esperanza” para quienes no pueden concebir.


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