El diagnóstico de la ovulación se realiza a través del estudio de los siguientes parámetros:

La temperatura basal

Como consecuencia de la ovulación, el ovario fabrica una hormona llamada progesterona, que actúa en el centro de control térmico del cerebro y provoca una suba de 0,5 ° C en la temperatura corporal. Cuando se detecta esta variación se puede inferir la presencia de progesterona, o sea de ovulación. Pero, para que el control de la temperatura basal arroje datos válidos, la paciente debe ser metódica y tomarla antes de levantarse de la cama, ya que cualquier movimiento, por pequeño que sea, aumenta la temperatura corporal. Se recomienda utilizar siempre el mismo termómetro, que se puede colocar en la boca o en el ano (temperatura bucal o rectal), durante un mínimo de tres minutos. La temperatura se registra todos los días en hojas especiales que permiten observar gráficamente su evolución. A veces, se advierte un leve descenso de la temperatura el mismo día de la ovulación, pero al día siguiente ésta asciende debido a la presencia de progesterona. Uno o dos días previos a la menstruación, la temperatura basal comienza a descender hasta alcanzar los valores que tiene en la época preovulatoria; en caso de haberse producido un embarazo en ese ciclo, se mantiene elevada. El registro de la temperatura basal tiene la ventaja de ser un método económico y casero que permite detectar la ovulación, la fecha en que ésta ocurre y la duración de la segunda fase del ciclo. Pero tiene sus desventajas: no es segura -muchas veces hay fallas en el registro- y cansa a la pareja, produciendo incluso una cierta dependencia psicológica del termómetro. Por ello lo aconsejable es llevar a cabo el control de la temperatura solo durante dos a tres ciclos menstruales. 

El moco cervical

En los días que preceden a la ovulación, el moco producido por el cuello del útero adquiere una serie de aspectos especiales que el médico y la misma mujer pueden detectar.