La necesidad de prescribir medicamentos a toda mujer joven plantea al médico, sea este clínico, ginecólogo o especialista, problemas en relación con la posibilidad de poder hallarse frente a una embarazada, quien podrá o no conocer su situación. ¿A qué obedecería tal problemática?

No debemos olvidar que al administrarse un medicamento a una mamá gestante, éste también actúa, de manera variable, sobre el embrión o el feto, quien es un sujeto en activo, permanente y dinámico cambio, cuyas características fisiológicas lo hacen particularmente sensible a la acción de todas aquellas sustancias que atraviesan la placenta. Es por ello que resulta imprescindible comentarle al médico tratante la posibilidad o la certeza de un embarazo, si es que él omitiese interrogar al respecto. Se sabe en la actualidad que numerosos factores intervienen en las acciones perjudiciales que los fármacos administrados a la embarazada pueden ejercer sobre el bebé en gestación. Entre ellos debemos jerarquizar las características anatómicas y funcionales del mismo, propias del momento en el cual le son administrados los medicamentos cuyas particularidades químicas también resultan fundamentales. Es en función de todo lo dicho, que el médico seleccionará el tipo, modo, tiempo y dosis de la terapéutica elegida. Solamente quien conozca a fondo las condiciones biológicas de la unidad madre-hijo podrá llevar a buen fin este proceso en el cual el bien que se procura para la salud de la madre no deberá ocasionar daño al niño en gestación. Debe deducirse de ello que la automedicación, que siempre resulta riesgosa para quien la lleva a cabo, aquí es doblemente perjudicial, por cuanto al posible efecto sobre la mamá, suma la acción dañina sobre un ser en formación, quien por esta condición es sumamente sensible frente a la actividad de agentes exteriores.

Creemos que podrá resultar de utilidad, para la comprensión de la influencia que tienen los medicamentos sobre el ser en gestación, analizar qué es lo que sucede en los diferentes estadios de la vida intrauterina, desde la concepción hasta el nacimiento. El período embrionario abarca las ocho primeras semanas; se caracteriza por la rápida diferenciación hasta adquirir la mayor parte de la características anatómicas de la especie humana. Es la etapa de la formación de: órganos por excelencia; por ello la acción de agentes externos, tanto químicos (medicamentos) como físicos (rayos X), pueden originar malformaciones congénitas. Habíamos señalado ya que la capacidad de producir tales daños (acción teratógena), variaba no solamente en función del tipo de fármaco, sino también, y muy especialmente, en relación con el momento del desarrollo en que actuaba.