Cuando una mujer está sexualmente excitada la hormona llamada oxitocina es secretada en el torrente sanguíneo. El Dr.Michel Odent la llama "la hormona de la felicidad". La oxitocina contribuye en forma importante al buen tono del útero. La sensibilidad uterina a la oxitocina aumenta en las últimas semanas del embarazo y conduce a un espontáneo comienzo de trabajo de parto. Cuando un obstetra induce el trabajo de parto habitualmente utiliza una forma sintética de oxitocina llamada syntocinon. O se puede utilizar, como sucede en Inglaterra y otros países, prostaglandinas en forma de un pesario insertado cerca del cervix.

La más alta concentración natural de prostaglandinas en el cuerpo humano se encuentra en el semen.

Cuando un bebé está por nacer, pero el trabajo de parto aun no se ha desencadenado espontáneamente, un encuentro sexual puede a veces ablandar el cervix e iniciar así las contracciones que inicien el trabajo de parto. La estimulación manual u oral de los pezones puede también ayudar a intensificar las contracciones.

Este modo natural de iniciar el trabajo de parto puede resultar amenazante y ser rechazado en estos tiempos en que el embarazo y el parto se han medicalizado, y han dejado de ser parte de una experiencia psico-sexual, donde la mujer pueda tomar contacto con su cuerpo y sus emociones. Mucha energía está puesta en "no perder el control" y en "portarse bien", en lugar de darse el permiso de ponerse a tono con sus cuerpos y dejar que la energía del trabajo de parto fluya a través de ellos. Si una mujer ha podido actuar espontáneamente al dar a luz, ella podrá también darle la bienvenida a su hijo de este modo, abriéndose a ese encuentro, conectándose con aquella sabiduría ancestral que le pertenece, ofreciendo con naturalidad sus pechos y sus brazos. El sexo, el nacimiento y la maternidad no son en realidad experiencias diferentes ni conflictivas. Son parte de un todo. Lo que aprendemos de cada una profundiza y enriquece nuestra comprensión de otros aspectos de nuestras vidas.