¿Y si, realmente, después de todo lo andado hasta ahora resultara que existe una alteración en la capacidad del útero para atraer al embrión, y permitirle su implantación? ¿Y si ello tuviera una fácil, rápida y menos costosa solución?


Numerosos estudios publicados en los últimos años, concluyen en los mismos términos: mujeres que ya se han sometido a varios intentos de FIV, y que se han transferido varios embriones de buena calidad sin conseguir gestación, se pueden beneficiar de la “estimulación endometrial no farmacológica”. Uno de los estudios más completos realizados hasta la actualidad, incluye 911 mujeres; de ellas, 499 no se sometieron al procedimiento, y 412 sí lo hicieron. En el primer grupo, sólo 128 (casi un 26%) consiguió una gestación, mientras que en el segundo grupo 198 (un 48%) la consiguieron. Prácticamente duplicó la tasa de éxitos.


 


En otro estudio del Reino Unido, que englobó a 2062 participantes, se concluyó que algún tipo de estimulación endometrial supone un aumento del 70% de posibilidades de gestación. Aunque no claramente aparecía superior un tipo sobre otro. Por lo cuál, lo más sensato es realizar el método más fácil y rápido y menos costoso.


Se trata de estimular la pared uterina, de forma similar a como se realiza una transferencia embrionaria, en un momento concreto del ciclo menstrual. Aunque dicho momento es elegido por unos y otros autores de forma personal, sí está claro que no debe ser el de la extracción de ovocitos (punción ovárica), ni en el de la transferencia de los embriones.


El proceso dura unos pocos minutos y, si tiene efectos secundarios, son pocos. Así vemos cómo dicha estimulación endometrial, que no afecta apenas el coste final del FIV, puede suponer la diferencia entre un ciclo más en el camino de la desilusión, o la consecución de la gestación anhelada.