El deseo de la mayoría de las personas, es trascender a través de los hijos.

Formar una pareja y poder a través de ellos,  proyectarse.

Cuando se busca un bebé y no llega en el momento que uno lo planeó, surge la frustración, el dolor, la preocupación y las preguntas.

Hasta que se llega a la primera consulta se transitó un camino largo, de muchas esperas, menstruaciones, ilusiones, encuentros y desencuentros amorosos.

Luego vienen los análisis, los diagnósticos y los tratamientos.

Y lo más difícil, que es aceptar que a veces se tiene una dificultad y es necesario preguntarse si se está dispuesto a atravesarla y superarla.

Si realmente es vivida como una dificultad, donde uno está involucrado, y no es culpable de padecerla, puede esta experiencia ser vivida  saludablemente dentro de un marco de tranquilidad y confianza.

Si comienzan a aparecer las palabras culpa, y los tiempos de verbo en pasado, se va a hacer más dificultoso y el famoso estrés, se hará presente con toda su fuerza

¿Cómo se manifiesta?

Como tristeza, cansancio, enojo, hiperactividad; puede disfrazarse de mil maneras, la cuestión es descubrirlo y sacarle la máscara para poder sentirse mejor.

Y esa mejoría o alivio no siempre es resuelta en el aquí y ahora. Tiene sus tiempos, pero se puede trabajar para lograrlo, como así también se puede lograr el embarazo.

No quizás de la manera que hubiésemos idealmente soñado pero sí con un poco de ayuda y trabajo.

Es importante poder aceptar esa ayuda, que permitirá sobrellevar este trayecto más acompañado y mejor.